
Cuando cursaba la secundaria en el colegio la Revolución China estaba en pleno apogeo, un de sus profesora que conocía el gran talento de Hu Ming le propuso pintar el retrato de Mao. Sin embargo su madre estaba muy preocupada por si el retrato no era lo suficientemente bueno, así que advirtió a su hija de que debería practicar y practicar hasta que el retrato fuera perfecto, ya que de no serlo, ella y su familia acabarían en la cárcel.

Alli era una de las encargadas de la biblioteca y es aquí donde un día su vida cambió. En una estantería escondida, encontró un libro de Michelangelo, un libro de anatomía humana donde aparecían miles de dibujos del cuerpo masculino, fue la primera vez que Hu Ming, con 16 años vio a un hombre desnudo. Hu Ming guardó el libro y lo escondió entre su ropa interior, en su tiempo libre repetía y repetía esas imágenes.
Posteriormente fue enviada a un hospital de civiles como enfermera, y allí siguió practicando, dibujaba los cadáveres de la morgue, aprendió cada uno de los músculos y las inserciones de estos en los huesos, las expresiones, aprendió a dibujar todo sobre el cuerpo del hombre.

Hu Ming inauguró su primera galería en Auckland en 1993. En 1999 se fue a Australia donde encontró trabajo con la posteditorial China.
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